Va a hacer ya casi un año de la primera vez que estuve en la productora de televisión más grande de España. Recuerdo ese día a la perfección. Todo empezó así:
Una semana tal como ésta,
Inés París (
A mi madre le gustan las mujeres, Semen: una historia de amor...) no pudo venir a dar su clase de comedia. Le sustituyó un antiguo guionista de series míticas de
Globomedia, a partir de ahí, el contacto con la productora ya estaba establecido y tan sólo un par de días después, ya me disponía a ver lo que se cocía por allí.
Me levanté pronto esa mañana. La temperatura en la calle era correcta, aunque podía ponerse a llover en cualquier momento. Salí de casa a comprar el periódico y después fui directo a coger el metro. Yo vivía al sudeste de Madrid, así que tenía que atravesar la ciudad entera de sur a norte bajo tierra. Tras un laaaaaaargo recorrido de una hora más o menos por la Línea 1 y parte de la 10, llegué hasta el barrio de Fuencarral.
En el mismo metro se suponía que tenía que esperar a dos o tres compañeros más, pero sólo apareció uno de ellos. Al parecer, nadie había confirmado su asistencia. Después, mi compañera de guión y yo decidimos seguir las instrucciones que nos habían marcado y caminamos unos 50 metros hasta una parada de autobús que hay junto al metro de Fuencarral. Por allí pasa a recogernos un autobús en el que se leen los siguientes destinos: "Telecinco y Grupo Árbol". El conductor nos mira con cara de pocos amigos, a lo mejor es porque no nos conoce y cree que queremos montarnos por la gorra. No lo sé.
Ya había tenido una hora de metro, ahora nos tocaban unos minutitos más de autobús. No
tenemos muy claro en qué parada nos tenemos que bajar, así que le preguntamos a un chico que está sentado a nuestro lado que cuál es la parada de Globo. Nos contesta que la próxima. Efectivamente, allí es. Lo primero que hacemos al llegar es acreditarnos. Luego nos dicen que nos esperemos un momento en los cómodos sillones del vestíbulo. Ese momento dura 15 o 20 minutos hasta que nuestro contacto allí pasa a recogernos y nos empieza a enseñar el edificio.
Lo primero de todo, por supuesto, la planta de los guionistas. Con sólo entrar ya te da gusto encontrarte ese ambiente de trabajo. Guionistas por allí, guionistas por allá, guionistas por todas partes, y te sientes como en casa. A medida que vas recorriendo la amplia planta, te encuentras a gente que saluda, otros que recogen su café de la máquina y vuelven a la mesa de trabajo. Esas amplias mesas rectangulares llenas de cabezas pensantes que intentan llevar adelante sus programas o series de ficción. Nos explican sus métodos de trabajo, nos sigue saludando gente. Es un ambiente muy cordial y se nota.
Nos colamos con permiso en el pequeño habitáculo en el que trabajan los guionistas de 'Aída'. Cinto tíos frente a una pared blanca en la que se proyecta la pantalla del ordenador, otro tío mecanografiando lo que los demás le dicen, intentando dar forma a un chiste de Luisma (Paco León), mientras el coordinador lo observa todo un poco más atrás, intentando ver cómo perfeccionar todo aquello.
Enfrente hay otra sala igual, pero está vacía, es la de los guionistas de 'Los hombres de Paco', hoy no les tocaba venir. Trabajaban el guión del próximo capítulo desde casa.
Igualmente nos encontramos por allí a los guionistas de los programas 'Sé lo que hicisteis' (Los chicos de la cueva) o 'Planeta Finito'. Como digo, todos muy majos.
También estuvimos con los guionistas de 'El internado'. Precisamente creo recordar que esa misma noche se estrenaba la serie en televisión y todo el equipo estaba bastante nervioso. A éstos les tenían en una planta aparte. Les molestamos poco porque estaban en pleno proceso creativo de tramas, dibujando cada una de ellas de un color diferente en la pizarra.
Luego bajamos a los platós. Junto a los camerinos de Aída, se encuentra el antiguo plató de la
serie '7 vidas', es increíble ver que todos los escenarios son uno que va rotando (el bar, la casa...). Casi como un teatro, con su aforo y todo, ya que esta serie se rodaba con público.
Por los pasillos me parece ver a
Miki Nadal vestido de policía. Más tarde confirmé que efectivamente era él.
De repente, justo antes de entrar al plató del programa de Florentino Fernández (alias Flo) mi teléfono móvil suena. Es una llamada de la producción de mi escuela:
-¡Víctor! ¡Me ha llamado
Rai, que dice que todavía no le has enviado las escenas a rodar para la semana que viene! ¡Y que los actores no han recibido el guión!
Mierda, mi dichosa amnesia vuelve a hacer de las suyas. Reconozco mi error y empiezo a sentirme culpable por ello. De hecho, soy culpable de ello.
Más tarde me llevan en primicia al impresionante y magnánimo plató de
'El internado'. De verdad que jamás había visto algo así. Pude recorrer el internado al completo con total libertad. Tocar sus paredes de cartón piedra, ir a la biblioteca donde estudian sus protagonistas (los libros que hay allí no tienen desperdicio, puedes encontrar auténticas joyas), el vestíbulo, con esas escaleras que no conducen a ninguna parte, el despacho del personaje de Luis Merlo, las mil y una fotos que pertenecen a productores y otros miembros del equipo que se encuentran en las habitaciones, la cocina (con comida de verdad), el cuarto de baño (sólo dos grifos echan agua), las aulas de los alumnos. Bueno, impresionante, vaya. Nunca había visto algo así. Eso sí que es un buen decorado. Además, todavía había algunos carteles de la fiesta de inauguración que había tenido lugar la noche anterior.
Acto seguido me dan la oportunidad de poder presenciar el rodaje en vivo, en concreto una
escena de
Natalia Millán. Allí todos están a lo que están, cada uno sabe cuál es su labor y todo funciona a la perfección. Podían haber finiquitado la escena con la primera toma, que a mi juicio fue perfecta, pero estaban tan sobrados, que hicieron una más. Alrededor también estaban algunas de las actrices como
Ana Celia de Armas o
Elena Furiase.
Después llega la hora del catering y todo el mundo se va a comer. Por los pasillos, escaleras y ascensores, la gente queda con los compañeros: "Oye, te veo luego en el comedor, que hace que no como contigo..." Allí todo el mundo se conoce.
Me llevo aguantando un buen rato, pero yo tengo que ir a mear como sea, me escapo unos minutos, y justo cuando voy a entrar al baño, una guapa chica de pelo castaño me saluda, y yo pienso: "Joder, ¿de qué me suena esta tía?" Cuando me doy cuenta de que se trata de
Eva González, ella ya está demasiado lejos como para devolverla el saludo.
Después de la comida, me invitan a ir al 'SLQH' (Sé lo que hicisteis). Me conducen hasta el plató. Allí conocemos a todo el equipo.
Patricia Conde y
Pilar Rubio ensayan su presentación. Patricia necesita un cigarrillo para un
sketch, pero lo quiere
light porque ha dejado de fumar. Alguien del público se lo ofrece. Una chica le hace una foto con el móvil a
Ángel Martín, que tiene el micrófono abierto y pide que controlen el tema de los móviles un poco cabreado. Todos los apagamos.
Después Gonzalo, el regidor, avisa de que vamos a entrar en directo. Aplausos. Empieza el programa. Nos reímos a carcajadas. Publicidad. Patricia se toma una CocaCola que guarda bajo su mesa a falta de tres segundos para volver a entrar en directo. Ángel sigue mirando sus tarjetitas. Entramos.
Sketch, durante el video, de nuevo los presentadores leen sus tarjetitas. Volvemos. Aquí hago un inciso que dejo para el final del post. [...] Todo bien. Los de la sala de montaje se lo pasan pipa. Nos volvemos a reír a carcajadas. Acaba el programa.
Salgo del plató a la par que Patricia Conde, que me mira y me sonríe (todavía sueño con ello). Después ella se para a hacerse una foto con gente del público. Se queja un poco de que todavía tiene los ojos llorosos de una de las bromas del programa por no sé qué tema del maquillaje. Cinco minutos más tarde, ya está en la salida de Globo con la ropa cambiada. Lo sé porque yo estaba junto a ella. Tiene a un taxi esperándola. Cuando ella se va, llega Poty (sí, el coreógrafo), y yo ya estoy esperando al autobús de la compañía que pasa cada 30 minutos para que me lleve de vuelta a Fuencarral, después coger el metro de vuelta a casa, recoger mis cosas, y salir pitando hasta la Avenida de América para dar mi clase de comedia.
Por la noche recibo una llamada de un amigo:
-Oye Víctor, es que no estoy seguro, pero... ¿eras tú el que salía hoy haciendo el payaso en la sección de Miki Nadal?