miércoles, 24 de junio de 2009

Vampire Weekend

Ayer jugaba al ping-pong (cómo no) con mis amigos a unos 35 Cº, y uno de ellos, así como quien no quiere la cosa va y me suelta: "¿Has escuchado a Vampire Weekend?" Yo, en mi absoluta ignorancia le dije que no, que no me sonaban de nada. "Pues deberías escucharles", me dice. Yo asiento con la cabeza sin mucha confianza, la verdad, pero me lo apunto en la cabeza: "Escuchar a Vampire Weekend".



Esto de apuntarse las cosas en la cabeza tiene el peligro de que esa cosa se te olvide para siempre o de que no la vuelvas a recordar hasta pasados unos días, muchos días quizás, pero por algún motivo, esta misma mañana me ha dado por teclear en internet el nombre del grupo, e imaginaos lo que me han gustado que hasta estoy escribiendo esta entrada sobre ellos en el blog, siendo éste el primer día que les escucho. Hasta le he mandado un mensaje a mi amigo sobre la emoción que me han causado, y es que no sé cómo podía seguir siendo mi amigo sin haberme transmitido hasta hoy el talento de estos artistas.



El nombre 'Vampire Weekend' proviene del título de una película amateur que filmó el propio vocalista del grupo, Ezra Koenig.
Ellos son de Nueva York, y en su música es fácilmente reconocible una clara influencia de la música popular africana, que es mezclada con toques clásicos y un ligero punk/rock. Además, tienen una enorme predilección por los violines.
Subid los altavoces, abrid las ventanas, y dejad que fluyan estas alegres notas musicales.

domingo, 21 de junio de 2009

No es otro reencuentro cualquiera

A mí la muerte me viene pisando los talones como a Cary Grant desde hace mucho tiempo. No sé las veces que he estado ya en mi corta existencia al borde de la misma. Tengo claro que Ella me quiere quitar de en medio antes de tiempo, pero no lo conseguirá tan fácilmente.

Durante esta semana nos hemos vuelto a reencontrar los amigos. Decir lo que hemos hecho quizá no venga al cuento puesto que probablemente la mayoría de amigos suelen hacer lo mismo: beber, hacer un poco de deporte, ir al cine, cenar, o ir al juzgado a ver juicios.
A nosotros además nos gusta la adrenalina, aunque no la vayamos buscando, y puesto que también no todos los días le cae a uno sangre del cielo, intentaré contar directamente todo lo que aconteció durante el pasado Viernes:

Esa noche habíamos quedado para cenar en un restaurante italiano, pero nuestra primera opción quedó descartada al comprobar que el local había cerrado sus puertas, quizá, si eso no hubiera pasado, el destino hubiera sido otro.
Como seguíamos teniendo ganas de comida italiana, nos fuimos a otro restaurante italiano de la ciudad. Nada más entrar, jugamos al despiste con la camarera. Nos encanta jugar al despiste.
Respecto al servicio, no pretendo hacer una crítica gastronómica, pero cobrar la salvajada que nos cobraron por las cantidades que nos sirvieron, creo que fue excesivo. La masa de la miserable pizza prosciuto, como bien apuntaba mi amigo Luis, parecía papel de fumar, y cobrar tres euros por cuatro minibollos de pan recién sacados del congelador es de cárcel directa. Menos mal que por lo menos el risotto estaba bastante bueno.

Salimos del restaurante y nos dirigimos hacia la zona centro. La calle principal estaba demasiado tranquila, el silencio era absoluto hasta que fue interrumpido por lo que en primera instancia nos pareció un botellín de cristal rompiéndose contra el suelo. Nosotros no le damos ninguna importancia, ni siquiera lo comentamos. Seguimos avanzando por la calle, hablando, cuando de repente, varios cristales caen sobre nuestras cabezas, nos miramos durante milésimas de segundo sin saber qué coño está pasando y sin saber si estamos heridos. Ya sabéis lo que sucede con los cortes, que muchas veces no sabes si te has cortado hasta que no ves la sangre. Nosotros no tenemos tiempo para comprobarlo ahora. Reaccionamos, no ha pasado ni un segundo, y corremos unos metros hacia delante. A continuación, toda la ventana de un tercer piso cae hecha añicos contra el suelo. Lo primero que yo pienso es que allí dentro hay una pelea, pero no nos da tiempo a pensar demasiado. Rápidamente, varias personas que se encontraban en un bar justo enfrente, salen a socorrernos y a preguntarnos si estamos bien. Entonces es cuando comprobamos si hay daños.

Fernando se toca el hombro y muestra algo de sangre en su mano. Instintivamente, yo me toco la cabeza y me miro el hombro para comprobar que mi hasta ahora impoluta camisa blanca casi parece el traje de faena de Manolete tras salir de una plaza de toros. Y es justo ahí, cuando las glándulas suprarrenales hacen su tarea y hacen aparecer aquello a lo que denominamos adrenalina. Acto seguido, el dueño del bar hace una llamada a la policía. Yo me asusto aún más, me vuelvo a revisar la cabeza y el cuerpo, y no sé si los milagros existen o no, pero por sólo unos segundos os puedo asegurar que hoy ninguno de nosotros tiene una venda en su cara.

Al parecer, los tipos del piso, bolivianos quizá a juzgar por su acento, se habían quedado encerrados en su propia casa, o al menos eso es lo que ellos declaran muy posiblemente para intentar ocultar que van drogados hasta las cejas y que en realidad les ha dado por destrozarlo todo. Uno de ellos pedía una ambulancia para su compañero, lo cual explicaba la sangre caída sobre nuestra ropa con los cristales. Poco a poco nos vamos relajando todos, y gracias a las dotes de limpieza de una agradable mujer del bar (que ni el Lobo de Pulp Fiction), casi logré quitar toda la sangre de mi camisa para poder continuar la noche sin que pareciera que acababa de asesinar a alguien.

Después con la música, seis jarras de calimocho y los gintonics, conseguimos completar una buena noche de fiesta, pero todavía tienes que resoplar cuando recuerdas todo aquello. No sé si finalmente los chicos recibieron denuncia, o al menos multa, pero me alegraré si tengo noticias de ello.

Así que ya estamos aquí, en una de las ciudades más calurosas del país, donde se alcanzan máximas día sí y día también. Probablemente por eso odio tanto el dichoso verano, por haberme criado y haber crecido en este maldito lugar, en medio de este maldito secarral. Y lo odio también porque este calor hace que la escritura no sea fluida y en ocasiones quede relegada, y no hay nada que me joda más que no poder escribir, sintiéndome como Barton Fink en su ardiente habitación del Hotel Earle.

Y la muerte siempre está ahí fuera, sí, sin embargo, a día de hoy os puedo decir que mi intención es la misma que tenía Groucho: Vivir para siempre o morir en el intento.

lunes, 15 de junio de 2009

A Waltz for a Night

La historia del cine nos ha dejado una enorme cantidad de segundas partes para olvidar, pero también nos ha dejado unas pocas de ellas memorables. Seguro que os vienen algunas a la cabeza. A mí me viene ahora por ejemplo 'Before Sunset'. Ya he comentado alguna vez que yo era de los escépticos respecto a ella cuando dieron luz verde al proyecto, de los que no querían que se retomara la historia de Jesse y Celine tras lo que significó 'Before Sunrise'. Tenía miedo de que se estropeara todo. Por supuesto, me equivoqué, y nunca me alegré tanto por ello. Entonces aprendí que jamás hay que subestimar ni dudar de un director como Richard Linklater.

miércoles, 10 de junio de 2009

Breves recuerdos de un buen rato en Madrid

La semana pasada me invitaron a asistir a un bar de la llamada manzana del cine en Madrid, en la calle Martín de los Heros. El local en cuestión era El Plaza, lugar de reunión de cinéfilos y cineastas, como el resto de la calle, donde se suelen proyectar cortometrajes y donde habitualmente la gente se toma algo y charla después de ver una película en alguno de los cines que se encuentran en la zona.

El motivo de mi presencia allí se debía a que Nuria Verde, mi profesora de series de televisión, presentaba su corto 'Terapia', interpretado por Daniela Fejerman y Nathalie Seseña, que yo todavía no había tenido ocasión de ver. Y como de paso también iban a asistir mis antiguos compañeros de clase y mi otro profesor de guión, Alejo Flah, quien por cierto me consta que ocasionalmente lee este blog, lo cual es todo un halago, pues qué mejor ocasión para dejarse ver, tomar unas cañas y conversar tranquilamente sobre nosotros y sobre las ideas y proyectos que van surgiendo o que simplemente no surgen (de momento), aunque sigo pensando que la insistencia y un poco de talento, sin modestia, tendrán que recompensar en algún momento. Es el proceso.

Sobre el primer corto de la noche, ahora mismo no recuerdo el título, pero bueno, no vamos a sacar a relucir lo de mi amnesia esporádica de nuevo. Lo que sí recuerdo es que estaba grabado cámara en mano y que yo estaba sentado en un incomodísimo taburete negro que no dejaba de tambalearse, así que si además le sumamos a eso mi ligero bajón de azúcar, os diré que me faltó muy pero que muy poco para caer fulminado contra el suelo con tanto movimiento en mi cabeza. Por eso a veces Tony Scott me pone de los nervios.

Tras un breve descanso que aproveché para hacerme con un taburete mejor (todos los confortables sillones estaban ocupados), Nuria salió a presentar su corto agradeciéndole a su gente y a nosotros que estábamos allí, nuestra presencia. La historia me sorprendió bastante sobre todo cuando sus personajes pierden la coraza con la que se protegen, cuando Nuria te sumerge de lleno en el drama de esas mujeres, creíbles en todo momento. Además debo añadir que me encantó especialmente el tratamiento de la dirección, que me recordó por momentos a una serie de la que me he convertido en un ferviente seguidor: 'In Treatment', protagonizada por Gabriel Byrne, la cual descubrí gracias a la recomendación de Scry en su blog hace algunos meses.

Del tercer corto no me acuerdo, esto no es por mi amnesia, es porque sencillamente no le presté atención. Estaba demasiado absorto en una conversación con Alejo y Nuria y pendiente de renovar energías a mi manera. Más tarde nos marchamos a otro bar cercano para poder hablar sin susurrar y para permitirle a la gente escuchar y disfrutar bien de los cortos con la maravillosa acústica del local.

De lo que me acuerdo bien en este otro bar es de que nos sirvieron una bandeja con pinchos de jamón y tortilla que nos vinieron como caídos del cielo (al menos a mí) y que desvalijamos en cinco minutos. También recuerdo que Eba nos contó la historia que le había sucecido hace unas horas, la de cómo un ruin ladrón le robó su cartera en el metro, la cual contenía la millonaria cifra de 5 euros.

Qué puedo decir, fue un rato muy agradable. Al final el tiempo se nos echó encima, y con ganas de más, cada cual tomó una dirección en la noche. Yo escogí caminar tranquilamente, barriendo la oscuridad por las aceras de la Gran Vía.

lunes, 8 de junio de 2009

Spot de Estrella Damm

No es por hacer publicidad, de hecho yo no bebo cerveza Estrella Damm, yo soy más de Carlsberg y de Heineken, pero hay que admitir que estos tíos han hecho un spot francamente bueno que al menos a mí me ha llegado y me ha encantado. El tema utilizado es Summercat, de los suecos Billie the Vision & The Dancers. A ver qué os parece.

jueves, 4 de junio de 2009

Descubriendo a Anni

El otro día hacía unas compras en la Fnac de Callao y allí mismo me topé con una dulce chica a la que aún no conocía. Su nombre artístico es Anni B Sweet, Ana López en realidad, malagueña de 21 años que canta como los ángeles. Tras escucharla a ella y a su guitarra, lo primero que hice fue informarme y preguntar a la gente que sabe más que yo del panorama musical indie en Madrid, y al parecer, ya había tocado en diversos locales de la ciudad durante el pasado año.



El 28 de Abril de 2009 sacó a la venta su primer disco, llamado Start Restart Undo, nueva seña de que por fin el folk más personal comienza a cuajar en este país. ¿Sus influencias? Bob Dylan, Eric Andersen, Joan Baez, etc.
En el próximo Festival Internacional de Benicasim, en Julio, tocará nada más y nada menos que al lado de Oasis, además de formar cartel con otros grupos y artistas de enorme talento.
Ya me he apuntado uno de sus conciertos, el cual espero poder ver dentro de escasos minutos.
Y ella suena así: