domingo, 31 de mayo de 2009

Entrevistas a Laverty

Paul Laverty, afincado en el madrileño barrio de Lavapiés, se ha convertido desde hace ya varios años en el guionista habitual del director inglés Ken Loach. En el 2002 ganó el premio al mejor guión en el Festival de Cannes por 'Felices dieciseis'. Tal vez, que ya hubiera ganado este premio con anterioridad le puede haber privado de ganarlo de nuevo este año por 'Looking for Eric'.

Laverty ha escrito los guiones de 'La canción de Carla', 'Mi nombre es Joe', 'Pan y Rosas', 'Sólo un beso', 'El viento que agita la cebada' (Palma de Oro a la mejor película en 2006), 'En un mundo libre' y la actual 'Looking for Eric', de la que yo sólo he visto los primeros 5 minutos de película y diré a su favor que son absolutamente brutales. En principio, su estreno en España está previsto para Enero del 2010, así que todavía queda un rato.

Para que conozcáis mejor a este pedazo de artista, aquí recojo fragmentos de diversas entrevistas que le han realizado:

Tú eras abogado antes de dedicarte al cine. ¿Cómo y cuándo empezaste a sentir la necesidad de contar historias?

Como todo lo que me ha pasado en esta vida, eso también fue un accidente. Yo trabajaba en Glasgow como abogado de oficio a principios de los ochenta y me interesé por lo que pasaba en Nicaragua. El caso es que me fui a trabajar allí como voluntario y vi cosas horribles, gente en el campo torturada con hijos mutilados o secuestrados. Así que al final de ese año me di cuenta de que quería escribir sobre ello. Quería contar lo que había visto pero nunca antes había escrito un guión. Mandé una carta a varios directores con mis intenciones pero pensaron que era un loco. Excepto Ken Loach que me invitó a un café y me dijo que escribiera algo. Volví a Glasgow y me salió casi todo el guión de La canción de Carla solo, y luego vino Pan y Rosas y Mi nombre es Joe, y así hasta ahora.

¿Y cómo decides cuál va a ser tu próxima historia?

Pues es una decisión muy difícil y además muy crítica porque hay buenas historias en cada esquina. Hay mucho de instinto. Y lo bueno es que con Ken escribo de lo que yo quiero y luego encontramos lugares comunes, algo que nos apasione a los dos. Tenemos que encontrar algo que nos dé la energía para luchar por ese proyecto durante mucho tiempo, porque hay que pelearse mucho, sobre todo si no es cine comercial.

Una vez que decides sobre qué quieres hablar, ¿cómo haces el trabajo de campo y la documentación para tus películas?

Empiezo por nociones, ideas y personajes, aunque estos últimos no los defino de inmediato. Hablo con la gente y normalmente todo el mundo está encantado de contarte su historia. Y después de oír tantas cosas interesantes, soy como una olla a presión, y me sale humo de las orejas y de repente siento lo que llamo “pre-scriptal tension” (se ríe) y pierdo el sueño y le doy vueltas a todo. Y al final sale. Pero entonces escribo demasiado, y todos los personajes quieren ser el principal, son como niños pequeños peleándose en mi cabeza diciéndome “yo, yo, yo”.

¿Cómo es trabajar con Ken Loach? ¿Escribís juntos?

No, escribo yo, y el se ríe entre líneas (se ríe). No, en serio, lo que suele pasar es que escribo un par de ideas que estaban en mi cabeza, unas premisas sólidas, descripciones de personajes y le comento mis ideas a Ken. Si le gustan empiezo a hacer mi trabajo de investigación, escribo el primer borrador solo y luego nos sentamos juntos y hablamos sobre ello. Es un proceso muy espontáneo. El guión siempre está abierto y lo varío en función del casting o del rodaje.

La verdad es que pareces involucrarte mucho con tu entorno social. Aquí escribiste algún artículo sobre la desmesurada actuación policial en una manifestación frente al Congreso, estuviste en un encierro de inmigrantes, vives en Lavapiés... ¿Es casual que hayas elegido este barrio?

No, claro que no, me encanta este barrio. Me gusta la multiculturalidad, la cantidad de historias diferentes que corren por estas calles. Me gusta ir a una tienda pakistaní o comer en un turco. Además yo también soy extranjero, aunque noto que a mí me tratan mejor que a otros. Y es que hay racismo en todos lados, pero siento que mi lugar esta aquí, no me gustaría vivir en un barrio residencial de las afueras, aunque allí también hay historias interesantes.

¿Qué le parece la política sobre inmigración del gobierno socialista en España?

Obviamente, es peor la derecha. Pero, al mismo tiempo, al PSOE también le conviene este mercado libre. Todos los gobiernos europeos adoran esta política. En España, hay más de un millón de inmigrantes sin papeles. Y eso es magnífico para el sistema. Son más vulnerables, y no se quejan tanto. Por ejemplo, en la ampliación del Metro de Madrid, se trabajaba en turno de 18 horas, siete días a la semana ¿Propicia esto un ambiente de trabajo seguro?

¿Qué le diría a aquellos que les acusan de hacer un cine maniqueo?

Respeto al público. Pero, generalizando, la mayoría de esas críticas vienen de la derecha. Con El viento que agita la cebada, hubo una avalancha de ellas, especialmente en Gran Bretaña. Lo más curioso es que la mayoría, ni habían visto la película. No creo que esa crítica se sostenga. Por ejemplo, en Pan y rosas, el personaje de Rosa es antisindicalista hasta las cejas, pero la comprendemos. O Angie, que es un personaje tan duro y contradictorio...

Vives con Icíar Bollaín, tu compañera, directora de cine, actriz. ¿Realizáis algún tipo de labor creativa conjunta?

Pues intentamos contarnos cosas pero yo no soy un loco del cine. A mí me gusta más el fútbol. Nunca sabes cómo va a terminar un partido, es más dramático, más interesante y más apasionado. Prefiero ir a ver un buen partido que ver una película.

¿De qué equipo eres?

Del Glasgow Celtic.

¿Y de aquí?

Me gusta cuando los pequeños equipos van bien, como el Rayo Vallecano. Me gusta ver cómo lo pasan mal los grandes equipos como el Barça. Y me encanta jugar con los amiguetes.

Además de jugar al fútbol y escribir guiones has actuado en alguna película.

Sí, otro accidente; fue en Tierra y libertad, de Ken Loach, hacía de brigadista. Allí fue donde conocí a Icíar y la verdad es que me lo pasé pipa. Había gente de todas partes y todavía soy amigo de algunos. Pero la verdad es que haría cualquier otra cosa en el mundo antes que actuar, es una tortura para mí, aunque me lo han pedido un par de veces.

¿Y la dirección?

Pues estoy bastante abierto a la idea, pero me lo paso demasiado bien colaborando con Ken. Creo que tengo la suerte de trabajar con uno de los mejores directores del mundo y, encima, es mi amigo. Prefiero ser el que descubre la historia, mientras que dirigir requiere una mente organizada y la verdad es que yo soy un desastre (se ríe).

¿Qué le parece el cine que se hace en España?

Me gustaría ver más cine español. Entre los viajes, los niños, los proyectos... no me queda mucho tiempo. Pero creo que España está viviendo un tiempo de grandes contradicciones sociales, que pueden dar lugar a buenos proyectos; ya sean surrealistas, irreverentes, divertidos... hay grandes posibilidades, lo único que hace falta es la imaginación.



Fuentes: Javier Corcuera y Manuela Villa (24 Abril, 2003); Manuel Barrero (22 de Febrero de 2008)

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