Aún no se está rodando mi corto, necesito la cámara del millón de las antiguas pesetas para hacerlo, y esta cámara está siendo actualmente utilizada por los coordinadores para otro corto en el que yo colaboro (espero que mi nombre salga de los primeros en los créditos cuando se estrene). Es primordial usar esta cámara porque tiene un objetivo llamado gran angular que permite grabar en espacios muy reducidos con mayor profundidad de campo, algo esencial para lo que queremos hacer. Pero esto no viene a cuento. Lo que sí que viene a cuento es este rodaje en el que como os he dicho, colaboro. Hoy me parece que han sido alrededor de 6 horas ininterrumpidas de rodaje en un ático de 20 m2, y subrayo lo de ininterrumpidas. Sin descanso, sin catering, sin nada, y esto, en un rodaje de carácter profesional como se está grabando aquí, es matador. Bien lo sabrán algunos
También es de sobra sabido que los guionistas no asistimos a los rodajes al no ser que sea como invitados, pero es que yo no ejerzo aquí de guionista, y en un corto como éste, lo mejor es que asista hasta el apuntador, literalmente. ¿Que de qué ejerzo yo? Bueno, pues hago un poco de todo, de script, de claqueta, de foto fija... Así durante seis horas como os he dicho. Esto acaba con Dios y con cualquiera. Desde las 4 de la tarde hasta ahora que llego a casa, que ni he cenado. Ah, y eso sí, de cobrar dinero por ello lo mejor es olvidarse, estas cosas se hacen por amor al arte.
Si al comienzo del rodaje había cerca de 20 personas, en la última hora sólo quedábamos 6 ó 7, y yo no podía irme porque el claqueta y el script no se van, y diréis... ¿y los demás sí se van? No, no deberían porque nos dejan con el culo al aire, pero lo han hecho. ¡Hasta el operador de cámara se ha ido! Y a falta de una hora para acabar alguien me gritaba: ¡grabando, claqueta, rápido! No, pues vienes tú y le dices a la actriz que no toque eso y que no se mueva de donde está, luego miras las fotos fijas para colocar todo lo que se ha movido y por último, si te da tiempo antes de empezar a grabar, vas y cambias la toma y el planito de la claquetita. Y claro, yo asfixiado (así seis horas ininterrumpidas, repito). Por lo menos el asistente de dirección estaba conmigo. Cuando le preguntaban si la toma había sido buena (el lo veía todo en el combo) él decía que sí siempre. En la última hora prácticamente todos los planos fueron buenos a la primera toma según este ayudante, algo que obviamente no se cree ni él.
El caso es que yo ya estaba con un bajonazo de azúcar impresionante, pero aún me bajó más cuando miré el reloj y vi que ya no podría llegar a tiempo a la charla de Forges. Sí, sí, el de "El País".
Y para colmo, algún graciosillo todavía tenía el cuerpo para bromas como la que aparece en esta paupérrima claqueta que ni siquiera sirve para dar pie al sonido.
PD: Por suerte mañana no se rueda. Lo que faltaba. ¡Vaya día! Y encima no he escrito nada del tratamiento argumental de mi largo, ¡que lo tengo que acabar antes del domingo y me faltan diez páginas! Y diez páginas de tratamiento argumental secuenciado no son moco de pavo.