Para mí, Ed Burns es todo un referente a la hora de escribir y creo honestamente que sus comienzos en el cine y su continuación en esta industria son todo un ejemplo de lucha y superación. Sin duda un modelo a tener en cuenta. Éste es su propio testimonio:
Cuando tenía doce años, todo lo que siempre había querido hacer en la vida era jugar con los New York Knicks. Me pasaba cerca de seis horas al día entrenando y trabajando mi tiro en suspensión. Mis amigos y yo incluso quitábamos la nieve de las canchas de Grant Park para tener nuestra dosis diaria de baloncesto. Creía que así podría seguir los pasos de mi héroe, Chris Mullin. Desafortunadamente, ningún ojeador vino a verme jugar en el instituto y mi sueño de ser profesional quedó en nada.
Cuando tenía doce años, todo lo que siempre había querido hacer en la vida era jugar con los New York Knicks. Me pasaba cerca de seis horas al día entrenando y trabajando mi tiro en suspensión. Mis amigos y yo incluso quitábamos la nieve de las canchas de Grant Park para tener nuestra dosis diaria de baloncesto. Creía que así podría seguir los pasos de mi héroe, Chris Mullin. Desafortunadamente, ningún ojeador vino a verme jugar en el instituto y mi sueño de ser profesional quedó en nada.
Al año siguiente me fui a estudiar periodismo deportivo en Albany. Pensaba que si no podía jugar con los Knicks, al menos sí que podría escribir sobre ellos, lo que ocurría es que yo no era precisamente un estudiante modelo y apenas me pasaba por el campus una vez a la semana hasta que oí hablar de una clase llamada Apreciación Cinematográfica, a la cual me apunté. He de decir que en ese momento de mi vida no tenía mucho interés en el cine, de hecho mi idea de una gran película era aquella que mostrara cualquier desnudo frontal. Así que, como os podréis imaginar, mi voto para la mejor película del año 1982 fue para Porky's. Pero aquello cambió pronto, durante el primer semestre estudié las películas de Hitchcock, Welles, Ford, Wilder y otros maestros, y un nuevo sueño nació en mi interior.
Aquel año ya escribí mi primer guión, titulado 'Apple Pie'. Como la mayoría de primeros guiones, era una historia semiautobiográfica acerca de mi adolescencia. Pensaba que era brillante, tanto, que se me pasó por la cabeza enviar mi obra maestra a algún estudio de Hollywood que quizá malinterpretara y masacrara mi visión. Así que llamé a mi padre y le conté sobre mi nuevo sueño. Le dije que dejaría la universidad de Albany a final de año y que me matricularía en algún curso de la NYU Film. Mi padre me escuchó atentamente, pero me dijo que le echara un vistazo a su salario y reconsiderara lo de la NYU. Lo hice y encontré el Hunter College, cuya matrícula costaba mucho menos, cerca de 600 dólares por semestre.
Conocía a un montón de chicos que querían estudiar cine al salir del instituto, y querían hacerlo en alguna de las grandes escuelas de cine como NYU, UCLA o USC, pero lo que no sabían es que ninguna escuela te puede enseñar a apasionarte, ni a darte una visión personal, ni a tener agallas para seguir escribiendo guiones cuando las cartas de rechazo se te acumulen en casa, y dejadme deciros por experiencia que las cartas de rechazo se os acumularán a montones. Lo que necesitas es amar el cine, el deseo de poder aprender todo cuanto te sea posible, y con suerte, unos cuantos profesores que se preocupen por sus estudiantes. Eso era precisamente lo que yo tenía en Hunter College.
La primera clase que dí fue con el profesor Everett Aison. El primer día nos preguntó quién de nosotros estaba interesado en ser director de cine. La clase entera levantó las manos. Después nos preguntó si alguno de nosotros tenía experiencia en el mundo de la interpretación. Cuatro estudiantes levantaron la mano. Yo no fui uno de ellos. A continuación, el profesor Aison nos dijo que si no sabíamos nada de interpretación cómo demonios les íbamos a contar a los actores lo que queríamos que hicieran. De esa forma, en cada clase, cada uno de los estudiantes nos fuimos distribuyendo los roles en grupos de cuatro, uno era el guionista, otro el director, y el resto los actores. Así fue como empecé a escribir, a dirigir y a actuar.
Llegué a rodar tres cortometrajes en Hunter College, dos de ellos fueron horribles, pero el primero, titulado Hey Sco, no estaba mal. Era una comedia negra de quince minutos sobre un par de perdedores de Long Island que matan a su mejor amigo y lo entierran en la yarda cincuenta del campo de fútbol del instituto. Rodamos las quince páginas de guión en seis horas, y supongo que ése fue el comienzo de mi carrera en el cine. Después envié el corto a todos los festivales del país, y no fue aceptado en ninguno.
En Septiembre también envié Hey Sco al Mercado de Cine Independiente, que aunque no es un festival en sí, suelen coger a casi todo el que inscribe su película. Por lo menos ellos me dieron la oportunidad de poder mostrar mi obra en un teatro, que es una de las experiencias más excitantes y aterradoras de las que podréis disfrutar en la vida. Os asegro que ver por primera vez en la pantalla las imágenes y los diálogos que yo había escrito fue uno de los momentos más increíbles que he vivido. Después pensé, "mi sueño se ha hecho realidad, ya soy cineasta".
continuará...
3 comentarios:
Flipa su ídolo era "chaqueta metálica" mullin ¡¡¡señor si señor!!!, que grande montes.
Aunque Mullin jugó la mayor parte de su carrera en los Golden State, yo le recuerdo sobre todo con Indiana. Menudo equipazo tenían los Indiana Pacers por aquel entonces: Chris "chaqueta metálica" Mullin, Rik "el tulipán blanco" Smits, Reggie Miller... Ya no hay jugadores así.
que continue YA!
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