domingo, 13 de julio de 2008

Ángeles González-Sinde y el guión

Os voy a presentar uno de los mejores artículos que he leído sobre el maravilloso mundo del guión. Lo escribió la actual presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, la guionista Ángeles González-Sinde. Es un artículo que de vez en cuando me gusta releer, y no me queda más remedio que rendirme ante él. Nadie podía haber dado tan de lleno en el clavo como ella.

Cómo hacer de una idea genial un guión que ni fu ni fa

No nos engañemos, ideas para películas las tenemos todos, hasta mi amiga Candi la panadera. ¿A quién no le ha ocurrido que estando tranquilamente en una boda, el comensal de al lado (el típico primo de un cuñado de Valladolid que te han colocado de vecino no se sabe bien por qué) cuando se entera de que te dedicas al cine te sale con que él sí tiene una historia maravillosa que sería un éxito seguro?

A todos. Nos ha ocurrido a todos, y con más frecuencia de la que desearíamos. Hasta en la propia familia te salen estos argumentistas espontáneos. Hasta la propia madre te bombardea con sugerencias geniales, sacadas de la vida misma, que tú sólo tienes que desarrollar un poquito y poner en órden. Un amigo mío productor (sí, aunque no se lo crean estas cosas a veces ocurren y los guionistas, que siempre andamos llorando por las esquinas porque nos pagan poco, mal y tarde, nos hacemos amigos de los productores) cuando su madre amenaza con narrarle una de estas anécdotas que, traducidas al cine, le pueden hacer, según el criterio de la buena señora, multimillonario, le contesta: "Escríbeme una sinopsis, mamá." Es mano de santo. Se quedan pasmados. Cesa el parloteo y durante una temporadita se vacunan y no vuelven a darte la tabarra con lo de las ideas buenísimas.

Porque, amigos míos, al fin y al cabo de arranques brillantes están las papeleras de los guionistas llenas. Lo fastidiado es sacarlas adelante. Lo terrible es superar el páramo desolador ése del segundo acto para llevar esas ideas geniales, brillantes, fantásticas hasta el final. Porque el final, ¿qué decir del final? ¿acaso la madre de mi amigo o el tío ése de Valladolid han pensado alguna vez en el final de su inolvidable historia? Mucho me temo que no, que si tienen un arranque no tienen final, si tienen final no tienen principio y si tienen personaje no tienen historia. En lo que todos suelen coincidir es en que ninguno tiene conflicto. Sencillamente tienen una idea espléndida, una situación única, pero esos detallitos insignificantes te los dejan a ti que eres tan majo y tan simpático, y encima te están haciendo el favor de compartir contigo una joya que podía hacerles ricos.

Porque ésa es otra. Si por azar se te ocurre una tarde aburrida desarrollar el invento, y encima lo escribes, y encima lo vendes, y encima la peli se hace, y además, en el paroxismo de la suerte, se estrena y sale en los papeles, te verás en los tribunales acusado de robo, plagio y violación de los derechos humanos. De todos. Menudos son los autores espontáneos.

Lo más grave del asunto es que, desde que el cine se ha popularizado en los últimos años y florecen las escuelas de guionistas como robellons en el Ampurdán, el número de los que antes eran espectadores y ahora quieren ser artistas, se ha incrementado también tan espectacularmente como la cuota de pantalla del cine español.
Dos compañeras de colegio, una felizmente casada con niño, enfermera de profesión, la otra exitosa ejecutiva de marketing de discográfica, y bien entradas en la treintena ambas, me han salido este año con que quieren escribir largometrajes y que las ayude. La tele no, la tele no les interesa, es poco para los guionistas principiantes, al parecer. Por eso, por el cine, han dejado sendos empleos y dedican sus ahorros y recursos a perseguir a las musas y perseguirme a mí, que a sus ojos debo ser su delegada en Madrid Noroeste, por lo visto.

Yo no sé cómo decírselo, no sé cómo explicarles que ver películas es muy bonito, que hacerlas quizá también, pero que escribirlas es nefasto para la salud mental, para la física, para el bolsillo, para la vida sentimental, y sobre todo, para la línea, tanto sedentarismo propicia la aparición de prematura celulitis, sobrepeso y fofismo en general. Eso por no hablar de los catastróficos efectos que las ondas de la pantalla del monitor tienen sobre los ojos. ¿Han visto algún guionista que no lleve gafas? ¿han visto alguna top model que en sus ratos libres sea guionista? Pues claro que no. El guionista se atrofia pegado a esa butaca durante meses siguiendo el cambiante capricho de directores, productores y actores (¡ay... los actores!) que nunca están contentos con la última versión.

Ellas me dicen que no, que el cine es apasionante, que contar historias es fascinante. Yo que de ninguna manera, que se confunden, que quizá sean apasionantes los rodajes, no lo niego. Según tengo entendido, se pasa bastante bien, dan bocadillos y predominan, por un lado, el ambiente festivo de camaradería y exaltación de la amistad, y por otro, un sentimiento de grupo al mando de un capitán que ha de llevar a buen puerto una caravela cargada de tesoros. Son estas condiciones todas que hacen que las nueve semanas resulten bastante amenas. Nada que ver con el año o año y medio que se pasa una sola en su casa estrujándose la mollera para sacar adelante un maldito guión.

Les insisto que quizá el montaje pueda ser atractivo, corta pega, corta pega, ahora me tomo un cafetito, ahora le pongo esta música a ver qué tal queda, ahora quito esta escena, ahora me tomo un vinito con el del avid de al lado, ahora quito esta frase, ahora la vuelvo a poner. Pero sobre todo intento aclararles que escribir películas es agotador, frustrante y en último extremo soporífero.

La principal actividad en la jornada laboral de un guionista es encontrar otras actividades que lo mantengan alejado del ordenador. Hoy en día casi todos escribimos con ordenador, cosa que, dado lo vagos que somos, estoy segura de que ha influido decisivamente en el incremento de la calidad de lo escrito, estoy segura de que hace años una reescritura a máquina se emprendía mucho más meditadamente que hoy y los escritores en general reescribían menos que ahora. Vaya, a ver si esto en lugar de un inconveniente va a ser una ventaja. Lo voy a proponer en la próxima junta de ALMA. Reivindicación de la máquina de escribir, pero nada de eléctrica, la de pedal. Por nuestro bien.

Estas actividades extra-curriculares abarcan todo y pueden comportar un importante trastorno de la personalidad habitual. No importa. Estamos dispuestos a lo que sea con tal de no escribir, de no acercarnos a esa hoja en blanco.

Ejemplo 1: ayer estaba yo dale que te pego, porque con este último guión llevo unos tres meses de retraso sobre la agenda de entregas prevista y ya no hay excusas que valgan, ni cuenta corriente que lo aguante, cuando suena el teléfono. Albricias. Es Teófilo Calle, que la Unión de Actores va a publicar un libro maravilloso donde absolutamente debe figurar el testimonio de los guionistas. Que le escriba un artículo, que mínimo de cuatro folios, que para pasado mañana. Yo primero me disgusto, qué horror, con lo apurada que estoy de tiempo, con lo centrada en mi historia que por fin había logrado estar. Pero a los cinco minutos ya he arrinconado mi escaleta y estoy dando zapatetas y vítores a la Unión de Actores plenamente entregada a esta nueva oportunidad de haraganear que me brinda el compañero Teófilo.

Ejemplo 2: hoy llamo a un colega para ver cómo va con lo suyo (el teléfono es un medio insustituible para que el guionista pierda el tiempo, sólo comparable con el vasto mundo de posibilidades de escaqueo sin alejarse del ordenador que permiten internet y el correo electrónico). El colega lamentablemente no está. Ha ido a hacerse un traje a medida ante la eventualidad de que algún día le nominen para los Goya con alguno de los guiones que tiene a medias y que no logra terminar porque ha tenido que irse a hacerse un traje a medida. Me lo dice completamente en serio y yo le escucho con el respeto con que un enfermo escucha a otro, cuelgo y llamo a un segundo colega. Éste tampoco está. A media secuencia ha tenido una necesidad imperiosa de tener en sus manos una espada y se ha largado a Toledo a comprarla. Dice que le ayudará a ambientarse con el remake de 'Alba en América' que tiene entre manos. Ante tal panorama no me queda otra alternativa que ponerme con lo mío, el guión. A menos claro que me ponga a fregar la cocina de arriba abajo incluidos los baldosines. Esta posibilidad me tienta. De pronto siento una irresistible necesidad de pertrecharme de ajax y fregona, e internarme en el oscuro mundo que se oculta tras los electrodomésticos ésos que no hemos movido desde la mudanza. El guionismo hace a la gente más limpia.

Ejemplo 3: elecciones en la asociación de guionistas, renovación de cargos, que por qué no me presento a presidenta, que total no lleva tanto tiempo, que alguien tiene que hacerlo. Y yo, tras dudarlo unos instantes y sopesar las secuencias que me quedan para llegar a la bendita palabra FIN, decido alegremente que sí, que si es por los compañeros y combatir la injusticia social lo que haga falta. Si no escribo mi guión pues no lo escribo, total, ¿qué son un par de tardes al mes? ¿me dijeron al mes o a la semana?

Y pasan los meses y los guiones no se escriben y el cine español se queda sin unas cuantas indiscutibles obras maestras y yo, en lugar de trabajar, yo reflexiono: el mundo está mal repartido. Y me pregunto: ¿por qué no escriben ellos, Candi la panadera, el cuñado de la boda, la madre de mi productor, la enfermera casada, la ejecutiva de discográfica... que tienen tantas ganas?

3 comentarios:

Sun-T dijo...

Insuperable, muy buen articulo. Tras mi pequeño paseo por la ardua tarea de guionizar esta no es si no la guinda que corona el pastel. Estupenda entrada Victor

Anónimo dijo...

jajajajaja
ainsssss por lo menos nos pasa a todos, no sólo a unos pocos.
- Venga, me apetece escribir - un día en la cama me levanto corriendo y enciendo el ordenador, antes de que se me vayan las ganas, porque con ganas también suelen venir las musas, tan caprichosas ellas. Abrir archivo, releo el último capítulo a ver dónde lo había dejado y las ganas ya se han ido. Ninguna buena idea de cómo continuar la historia.
Venga otro día seguro, que ya va siendo hora de cuplicar algún capítulo de esta historia.
A mano soy mucho más constante, escribo más mejor y más rápido, pero tener que pasarlo luego al ordenador... qué pereza, ¡virgen santa! Así que ésa medida sólo es para cuando me voy de vacaciones. Podrían ponerse a buscar una cura o algo para que nos quedásemos plantados ahí, frente a nuestra magnífica idea y por fin, por fin poder terminar nuestra puta historia de una vez.
Pero no, que acabo de recibir un email.
¡un besote!

Itziar dijo...

Que no lo vea el pobre Borja...jajaja. Por esto mismo quiero dedicarme al marketing, tras 4 guiones para cortos y montones de ideas (desarrolladas en un folio, con conflicto, personaje y final). Y oye, lo de espantar al personal con la frasecita de la sinopsis, es para desarrollarla en un corto!
besos!