Creo que para mí y para mucha gente este último año ha sido y está siendo terrorífico. Sinceramente, para olvidar. No veo rastros de luz por ninguna parte. Supongo que de vez en cuando la ataraxia, la naturaleza, el cine, la música y los gintonics hacen que no me afecten tanto los problemas, pero en el fondo sé que están ahí y que tengo que hacerles frente teniendo en cuenta que yo no soy ningún mago ni que ese tal Dios va a venir a echarme un cable.
Así pues, tras varios meses de continuos deslices y días contraproducentes que no me han llevado a ninguna parte y me han hundido aún más en mi propia miseria personal y económica, me dispongo a comenzar mi séptimo guión de largometraje (el primero creo que lo escribí con 16 años), y sí, probablemente alguno de los anteriores merezcan ser olvidados, pero no todos. Es parte del proceso, aunque la suerte también juega un papel importante.
Llevo desde el mes de Enero haciendo las necesarias investigaciones para comenzar a escribir este guión con conocimiento de causa. Los montones de recortes de periódicos, revistas, apuntes y otros documentos inundan hoy mi escritorio. Me han sido realmente útiles para dar vida a mis personajes y para concluir las escaletas y tratamientos argumentales previos, incluso me han proporcionado ideas para otras historias ya archivadas en mi inabarcable agenda de proyectos por realizar. Algunas más interesantes que otras, claro está.
Esta Semana Santa estuve charlando del asunto con un amigo mientras nos poníamos a tono con cerveza y pinchos por diferentes bares. Le comentaba que era una historia donde los sentimientos de los personajes tienen mucho de autobiográfico, la historia en sí no tanto, aunque es inevitable que determinados momentos me recuerden pasajes de mi propia vida. Cuando escribes es difícil no plasmar tus sentimientos o ciertas aptitudes propias, sin embargo, creo que esto es algo bueno y es lo que marca la diferencia entre los escritores. O al menos, es lo que a mí me cautiva al ver una película, al leer un libro o al escuchar una canción.
Para los que se encuentran en una situación parecida a la mía, lo único que puedo decirles es lo que me repito todas las mañanas cuando me levanto de la cama: "Sal y combate esta jodida tempestad."