jueves, 30 de junio de 2011

Aventuras hispanas

El pasado martes finalizó la segunda temporada de Hispania, y sinceramente, a mí me ha gustado bastante más que la primera, ya lo sabéis. Tampoco me puedo morder la lengua para ensalzar el gran trabajo realizado por todo el equipo, y por el director del grueso de esta segunda etapa, Félix Viscarret, que para mí lo bordó en ese último y emocionante capítulo. La verdad es que Hispania me ha permitido entre otras muchas cosas estar a las órdenes de dos de mis directores favoritos de cine español desde la primera temporada, hablo del propio Félix y también de Jorge Sánchez-Cabezudo. ¿Por qué me gustan tanto? Bueno, si veis Bajo las estrellas o La noche de los girasoles por ejemplo, quizá obtengáis respuestas.


Arco en mano entre Fabio y Darío.

Sin embargo hoy vengo a hablaros de una escena en la que lo pasé realmente mal, posiblemente lo más difícil que he hecho hasta la fecha en la serie. Tras el piño casi roto, los diversos moratones en el cuerpo, ampollas en las manos, heridas y rozaduras en brazos y piernas, ahora llega la subida de tensión. Mi última escena de la temporada, grabada hace apenas unas semanas:

Ambiente casi vacacional ya por el set. Enríquez, Bassave, Iván Sánchez, Ángela Cremonte, Nathalie Poza e Irene Arcos se encuentran aún por allí junto al equipo, y de figuración... yo solo con la coordinadora, descansando tranquilamente en mi silla y preparándome (una vez más) para subir a un árbol bien alto, pero alto de verdad. Ya me había subido antes a alguno, pero nunca a ninguno de este tamaño.
Tras un largo descanso, al fin llega mi momento, alguien dice mi nombre, me levanto, suspiro y me dispongo a seguir las órdenes. Al llegar al pie del árbol me doy cuenta de que la cosa está bastante peliaguda. Me ponen una escalera (tambaleante) para poder subir. No soy una persona con vértigo, pero al mirar abajo me sentí casi como James Stewart en aquella gran película de Hitchcock.


Avistando el campamento romano. Es una pena que no se aprecie en su totalidad la altura a la que me encontraba. ¿No había nadie de making of por allí?

Me preguntan si puedo subir un poco más arriba. Con mi habilidad trepadora y la ayuda de la escalera y el equipo consigo hacerlo a regañadientes. Si llevarais las botas que llevamos, con la suela completamente lisa y sin agarre, y el vestuario que tengo, con esas dichosas capas mortales, os daríais cuenta de que la hazaña no es nada fácil y aterroriza, pero lo consigo, consigo llegar hasta esa rama en la que finalmente me "asiento" como puedo. Allí empiezo a recibir órdenes del director y su ayudante al mismo tiempo que vestuario y maquillaje me dan indicaciones desde abajo, puesto que no pueden subir hasta mí para arreglarme con retoques de última hora y hacer su trabajo como es debido. Se hace difícil escuchar a tanta gente a la vez mientras estás en un lugar tan inestable, pero por si acaso, hay dos chicos justo debajo que en caso de caída estaban dispuestos a recogerme. Aquello fue clave para mi confianza.

En un momento dado casi puedo sentir cómo cruje la rama por dentro. Miro hacia abajo y vuelvo a suspirar. Está realmente alto y la caída puede ser fatídica. Entonces no sé por qué empiezo a recordar a Keith Richards, y también que unas semanas antes, en el poblado hispano, un árbol similar bajo el que minutos antes había estado sentado cedió como si nada, de raíz. Por suerte no pasó nada aquel día, una simple anécdota más entre la muerte y un servidor. Después vuelvo a centrarme en lo mío. Trago saliva. Está alto, pero qué coño, yo soy yo, y no me pienso acobardar, así que intento bromear con mis compañeros, les digo que esto no está bien pagado, eso consigue romper un poco la tensión. Segundos después todo parece estar listo.


Dando el aviso para el intercambio. Muchas risas a pesar de todo.

Primera toma, me concentro, oigo acción y actúo. Hago tres veces seguidas mi acción en una toma sin cortar, pero a la segunda empiezo a ver a medio equipo descojonarse tras las cámaras (no es para menos si veis la secuencia), así que a la tercera se me escapa una pequeña sonrisa casi inapreciable, la típica que te sale cuando intentas contenerte, pero Viscarret se da cuenta desde los monitores y yo además le digo que quiero repetir. Así que hacemos otra toma. La claqueta lista, respiro hondo, no pienso pasar ni un segundo más subido en ese árbol, tiene que salir perfecto. De nuevo hago tres veces seguidas la acción en la misma toma para tener más versiones de la misma. Cortamos, creo que ha salido... pongamos un aceptable, y el director debe opinar lo mismo, porque ordena seguir adelante y no es plan de perder más tiempo con esto. Rápidamente me vuelven a poner la escalera, y con extrema precaución empiezo a descender. Al llegar abajo, a tierra firme, suspiro de nuevo, me doy cuenta de lo mal que lo he pasado ahí arriba, de hecho, mi cuerpo y mis manos están temblando aún. "Hombre pájaro" me parece oír a alguien. Después el equipo me da las gracias y me felicita, para eso estamos, para ayudar en lo que se pueda.

Pero ahora decidme, ¿cuántos de vosotros queréis ser figurantes de una serie de acción?
http://www.antena3.com/series/hispania/

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